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domingo, 6 de mayo de 2012

La infancia queda atrás.

Y allí se encontraba. Una niña ya no tan niña. Con su pelo moreno moviendose por el viento. Mientras sus manos sujetas al hierro del columpio se quedaban quietas. Las lagrimas corrian por las mejillas de ella. Lagrimas llenas de recuerdos de la infancia. Ese mundo infantil en el que ya no esta, en el que a dejado atrás y con él mil cosas por hacer. Los recuerdos sin preocupaciones, con la indiferencia de la vida. Tan solo teniendo que columpiarse en el simple columpio de la rueda, esa infantil aficion que de pequeña borraba cualquier tristeza y que ahora por más que te columpies, los problemas siguen ahí, pegados a tu piel sin querer despegarse, sin compasión hacia nada y menos aún hacia a ti. Los problemas que de pequeña eran simplemente haberse caido y echo una herida, ahora son más profundos, más que una simple herida superficial. Pero lo único que podemos hacer, es ser fuertes, abandonar ese columpio que ya no sirve para nada y demostrarle al mundo que nada ni nadie hara que tu sonrisa desaparezca.


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