Las lágrimas surcan sus mejillas. Recibe puñetazos por todo su cuerpo, por los brazos, las piernas. Cualquier sitio que el pille cerca es mutilado por sus puños. ¿Y ahora? ¿Después de eso? Le coge del cuello y con bestialidad la tira al suelo. Una vez allí, le empieza a pegar patadas como si de un peluche sin corazón se tratará. Ella aguanta, sigue ahí, sin inmutarse más de lo debido. Dispuesta a tragar todo aquello, sin decir palabra. Solo llora, las lagrimas mojan sus mejillas, el suelo, incluso su cuerpo semi desnudo. No soporta más pero sigue ahí, intenta levantarse, lo consigue, pero sigue recibiendo puñetazos, uno tras otro. No le mira a la cara, solo intenta salir de allí. Deja de oír las palabras que dice, respecto a llorona, a cosas que hacen igual de daño que los puñetazos. Sale corriendo y se viste, siguiendo con lagrimas en los ojos. Sus ojos, rojos, llenos de lágrimas. Su cara, en una mueca de dolor y desolación. Al fin, tras vestirse y librarse de él, sale de casa. Y por ironico que parezca, sonríe. Sonríe porque ya no esta frente a él. Ya no siente dolor. Pero aún así, la sonrisa le dura poco y sigue llorando. Y llora, y sigue llorando, sin hartarse, sin final, lágrimas sin final que van dejando huellas por todos los lados por los que va. Y sigue así, caminando, llorando, sin rumbo, sin final. Pero por fin, libre de golpes.