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miércoles, 15 de agosto de 2012

Triste final.

Él iba tan tranquilo. Las manos en el volante no vacilaban, el pie en el acelerador estaba. Queria parar justo en frente de aquel paisaje en el que tanto le recordaba a ella. Intenta pisar el freno cuando nota que no le va. No tiene frenos. Intenta girar, pero ya es demasiado tarde. El coche cae por el precipicio, por mitad del campo. El ruido se oye por todos lados y la gente sale de sus casas para ver que pasa. Un chico se asoma al  borde de donde el coche había caído. El coche, volcado, del cual empieza a salir fuego. En dos minutos el coche explota. Quedando así tan solo el recuerdo de la persona que lleva dentro. 
Ella pasea con la cabeza gacha. Es de noche. Como todo en su interior esta oscuro, por fuera igual. Noche cerrada con el cielo lleno de estrellas. Le encantaba tumbarse con él y ponerse a contar estrellas hasta que él, cansado de oír número, le callaba con un beso. Ella refuñaba y seguía contando con los ojos abiertos. Llega a aquel lugar en el que todo cambio, en el que el se fue. Se sienta, mira el cielo, mira las luces, de las casas a lo lejos y de las estrellas en el cielo, aun más lejos. Suspira con levedad mirando todavía el cielo cuando ve una estrella fugaz, y el primer deseo que se le pasa por la cabeza es "volver a estar a su lado". Antes de terminar de pensarlo la estrella ya no esta. No creía en esas cosas, pero aun así, tenía que intentarlo. Se levanta todavía triste. Se gira para irse cuando sin querer tropieza con un pequeño matorral, resvala y cae hacia abajo, hacia donde hacia nada había estado el coche de su amado. Sangre empieza  caer de su cabeza, mientras con los ojos cerrados, se cumple el deseo esperado.


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